De sueños a realidad: Leandro Cian, la empresa familiar en primera persona

Trabajar en una empresa familiar es mucho más que seguir una tradición; es un compromiso con los sueños compartidos, los valores y la unidad familiar.

Para Leandro Cian, su camino dentro de la empresa familiar es un testimonio de cómo el trabajo en equipo, el diálogo y la resiliencia pueden transformar cualquier dificultad en una oportunidad.

El inicio: aprender desde la base

Todo comenzó cuando Leandro decidió unirse al negocio familiar dirigido por su padre, Fabián Cian. Pero Fabián tenía una condición clara: “Si vas a liderar, primero tienes que entender el trabajo desde abajo”. Así fue como Leandro pasó sus primeros años aprendiendo en el campo, desde cercar pastizales hasta gestionar el ganado.

“Mi padre me enseñó que para dirigir primero hay que conocer el trabajo desde la base. Pasé días enteros en el campo, manos lastimadas, aprendiendo cada detalle. No fue fácil, pero entendí el valor del esfuerzo y el sacrificio”, cuenta Leandro.

Los desafíos del crecimiento

Como en muchas empresas familiares, los roles personales y profesionales se entremezclaban, lo que generaba tensiones y retos. “Al principio, no había sueldos. Todo lo que ganábamos se reinvertía para crecer. Vivíamos con lo justo, priorizando el sueño colectivo sobre los beneficios individuales”, recuerda Leandro.

A esto se sumaron las diferencias con sus hermanos al trabajar juntos. “Fue complicado al principio. Mezclábamos las discusiones laborales con las personales. Pero aprendimos a dialogar y, sobre todo, a respetar nuestras diferencias. Con el tiempo, entendimos que esas diferencias nos complementaban”, reflexiona.

Resiliencia en tiempos difíciles

Una de las pruebas más grandes llegó con una crisis inesperada: una estafa que puso en riesgo la estabilidad de la empresa. “Perdimos muchísimo dinero, y había momentos en los que sentía que había fallado a mi familia”, admite Leandro.

Sin embargo, con el respaldo de su padre y su propio esfuerzo, lograron salir adelante. “Mi papá me dijo algo que nunca olvidaré: ‘No te preocupes, todo se puede recuperar, menos la unión familiar’. Esa frase me dio la fuerza para encontrar soluciones creativas, pedir ayuda y resolver el problema sin comprometer el futuro del negocio”, comparte.

Fabián Cian, un mentor y un padre

Para Leandro, su padre Fabián no solo fue un mentor, sino también un ejemplo de grandeza y visión. “Mi papá tuvo la capacidad de ceder su empresa y lugar de líder, a pesar de haber fundado la empresa, tuvo el coraje de dar un paso al costado para dejarnos a nosotros, sus hijos, tomar el mando. No muchos padres lo hacen, y para mí eso es una muestra de amor y confianza inmensa”, dice emocionado.

Leandro también destaca las enseñanzas de su padre, como aquella frase que marcó su vida: “Los límites los ponés vos”. “Esas palabras me impulsaron a soñar en grande, a creer que todo es posible con trabajo y perseverancia. Gracias a él, entendí que los sueños no tienen fecha de caducidad si realmente luchas por ellos”.

El futuro: construir un legado familiar

Hoy, la empresa de los Cian “Agronegocios el Sol” no sólo sustenta a la familia, sino que también proyecta un futuro lleno de oportunidades. “Nuestro próximo sueño es expandirnos internacionalmente. Pero lo más importante es que hemos mantenido nuestra unión familiar intacta. Para nosotros, eso es el verdadero éxito”, afirma Leandro.

Reflexión final

La historia de Leandro y Fabián Cian es un recordatorio de que las empresas familiares no son solo negocios, sino proyectos de vida. Son el reflejo de los valores compartidos, los sacrificios y el amor que une a una familia.

“Mi padre no solo no me dio una empresa; me dio un propósito. Me enseñó a soñar en grande y, sobre todo, a nunca rendirme. La empresa familiar es más que un negocio; es el legado que construimos juntos y que espero continuar para las próximas generaciones”. 

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